miércoles, 2 de junio de 2010

Cuentos de Claudia Patricia Sanchez Carcamo

Cuéntenles que les dije (Libro Inedito)

Trenzando olas
En aquella localidad de notoria creación colonial, hace algún tiempo ya se vivía una joven algo rebelde al aburrimiento, itinerante en actuar, voluble al pensar, hija de familia tradicional que no solía concebirle caprichos ni consensuaban sus desvaríos. La hallaríamos cualquier día, cualquier mañana en la rotonda de ayeres en la que se decía solo con el medio pensar, la “aspirante a paria” como acostumbraban sus amigos llamarle, ella y una parejita andaban ese día visitando a la comadrona del pueblo pues una de sus primas pariría pronto, al llegar ven a otras mujeres en igual encargo, como siempre para esas fechas hacía tanta calor, que se les dice a unos pequeños que andaban con aquellas mujeres si desean usar la pila para en algo refrescar la temperatura, no había terminado de dar el ofrecimiento aquella vieja cuando los chiquillos ya están despojados de ropas listos para el chapoteo, al fin de una hora parten con sus madres al final de los convenios, en ese momento aprovechan la amiga y el amigo de nuestra “aspirante a paria” para bañarse también, pero concluida la negociación del cuidado de la parturienta, cual sorpresa le esperaba al regreso sus sacros amigos se encuentran en gran chapoteo entre gimoteos y crecientes jadeos, con sigilo se aproxima les encuentra cual tritón y sirena sobre corriente de esloveno azotándose entre sí en reciproco trenzar de vaivén en oleajes furibundos del amar en un guiñar ellas se ven y le comprenden la señal de bajar la sonoridad si desean culminar, se acepta la sentencia ahora vuelta centinela resguarda el húmedo lecho del amar.


Que carambas
Tomar una mesa podría ser algo tan fácil solo entras buscas un espacio y eliges pero esa noche karlita cantaría después de meses no de silencio porque su vos no se dejo de percibir ni un solo de los ciento veinticinco días de idealismo pero si una vos de sentida de su ausencia en esa tarima, esa era la causa que en aquella nada estrecha galería no existiera una silla sin dueño o mesa sin trasparentes o negros floreros razón por la cual traer cuatro brizadas sillas y una mesa algo chica para tanto mujeral era casi un berenjenal que al ser colocadas exageradamente cerca de los baños fueran cambiadas al frente de los demás único lugar donde podrían ubicarles y el mejor para los gritos y desmanes de la viajera noche.


Raspando ideas
El día de su cumpleaños todos llegaron a su casa, si es suya ya que ella paga puntualmente el alquiler, pero ninguno fue a saludarla sino a recordar la cámara que ya no enfocara mas ideas, evocando con timorata languidez las veces que se le olvido cargar las baterías, vaciar la memoria o mover la tapa del lente pasando con chillonas risas por todas las veces que él les hiciera la segunda en un trabajo, o las veces que a él le sirvieron de tapadera para evitar que mas de alguna cuernuda no le mandara cortésmente al averno con el boleto de ida y sin retorno y otras cosas más que no volverán a verle hacer ni encenderá mas velas en su pastel solo por practicar lo que predicaba, sin creer en la inconveniencia de las tarántulas.


Flamantes
Dos amigas más de hola y adiós durante cualquier evento que de una relación de sincera fidelidad, mas una tarde de agosto al final de aquella bucólica tarde llena música y lectura de poesía y narrativa todas obras de selectos hijos de la nación hondureña. Al surgir un desperfecto justamente en el auto que ellas y otras personas iban facilitando el desplazo de la capital hasta aquella localidad les ha tocado quedarse esa noche hay debido que habían decidido salir algo noche es que ya no había transporte de regreso y siendo la única mujeres en aquel grupo les toco compartir y al no tener otro entretenimiento más que sí mismas se pasan toda la noche hablando de ellas sus fascinaciones, disgustos y demás amanece y la charla no ha concluido ya puestas en el bus duermen todo el viaje de regreso. Ya no solo son conocidas ahora las amigas se procuran ver con regularidad hasta que el deseo de estudio de una le corresponde viajar a otro país pero al regreso de los estudios su amiga ya es madre de un pequeño varón y vive en el interior decide visitarla por unos días y por causas de la lluvia esos días se tornan una semana en este tiempo ponen al día la libreta de chismes bidireccionalmente por supuesto pero después de algún tiempo el matrimonio no ha podido complacerla y lo libera en la última charla con un inesperado beso sostenido con asombrosa pasión mutua que aprovechando la siesta del infante y la laboriosa presencia del marido en el trabajo se deslabonan formas de amar nuevas a los recuerdos de sus cuerpos con bajas maneras de ver inmersas en íntimos cantos de dulce inguinal y como toda magma en algún momento se torna roca así lo que ferviente fluye cae cesa como cesa su táctil amar decide partir antes del regreso del esposo de la flamante amiga se dan un hasta luego prometiendo volver un fin de semana al mes cumpliendo con devoción hasta las próximas vacaciones en las que se acuerpa de tiempo completo con desvaríos constantes de sus cruzadas.


La Palma borrosa
En esa mañana ella al no prestar atención a su alarma y dormitar un poco mas entre cobijas y pijamas, tuvo con presteza que bañarse, calentar la merienda que devorara en el receso de la clase y más tarde. Pero al tomar el segundo taxi colectivo, esta ella con su matinal y fresco olor a jabón, pero a ese jabón que le evoca aquella antigua alcoba de paso, esto le recuerda viejos juegos de cama, con borrosos fantasmas que corren su mente pero que deshabitan su mapa corpóreo, árido de carisias desde el último solsticio sin algún Adán.


Marañas del sol
En esa mañana en la que don Max y sus hijas salen a comprar las últimas cosas para la fiesta del veinte aniversario de bodas, teniendo que haber ido el día anterior, hoy tienen que perder tiempo hiendo hasta el fin del pueblo y pasar por esa callejuela empedrada antes de la colina. Fabián se encontraba en su carro observando todo lo que en esa casa ocurría, cuando ya al regreso de las compras el padre venia a la cabeza y las jóvenes a su espalda, mientras el entra en la casa, en el portón externo la menor oye algo tras de sí y en el mismo instante le halan de la mano cae una bolsa de su mano, es Fabián su recién exjefe el sonríe, ella se agobia en la confusión de recoger sus cosa o huir con él , este con firmeza la toma por el brazo y corre con ella hacia su auto, conduce hasta el predio inclinado de la colina, ellos habían trabajado juntos en la ferretería Campana por algunos meses pero él acababa ese año de separarse pero aun no se divorciaba, ella todavía no tenia novio, el comienza a pretenderla, cuando don Max se entera le prohíbe seguir trabajando, pero no se le prohíbe ir a misa donde fielmente asistía Fabián, que en su desesperanza tramo la solución final a sus desvaríos, raptarla lo decidió ese día que en la colina con el rasgante calor de marzo fueron cayendo partes de la blusa pero con el desate del sostén y el reviente de ese botón azul que sostenía aquel pantalón, ella entre el desasosiego del pudor y el sordo a ruegos y reproches prosigue, pero al entrar en su bello y al quitar lo que desconocía en ella existiera, visto con esos ojos de hambriento saciado y manos febriles que recorrían la ausencia de aquel haber, creando las primeras caricias en su ser, que al fin aunque muda y lánguida ya no se resistía al encontrarse al comienzo de esas piernas que les costaba un poco engranar la llave de la ventana que hasta ese día se habría y así entre grama, sangre, sudor lagrimas y semen queda más que definida la nueva solución.

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